La escopeta nacional.


Tony Palangana se creía un gran tipo, tan importante era que se profesaba una gran opinión sobre sí mismo. Tenía una empresa de ambulancias, camionetas de asistencia más bien, de esas que son último modelo, cuando la polka era un baile que estaba de moda, porque cada una de ellas tenía tantos fallos que, a estas alturas de la vida no se sabían si eran eléctricos o mecánicos.


No había manera de arreglárselas con él. Siempre te hacía esperar, da igual que fuera al teléfono, como si ibas de visita y no tenías más remedio que acercarte hasta su oficina, el ínclito personaje llegaba a tal descaro que hasta decía en público su ya famosa frase, que toda la gente sabía de corrillo: “Que espere, y si tiene prisa mañana será otro día. Yo no tengo prisa, salvo que reciba algo a cambio”. Todo el mundo pensaba que ojalá la muerte tuviera prisa con el peculiar señor Palangana (y eso que no le deseamos ningún mal a nadie), pero de enfermedad laboral por culpa del estrés seguro que no moría.


Ahora bien, como le hicieras esperar te montaba la del demonio. Chapado a la antigua, con su pelo bien engominado, melenita medio cursi y unas anticuadas gafas de sol, el rey del mambo, escopeta en mano, se convertía en el señor de las groserías (que no de las grosellas), y bien envalentonado amenazaba con matar a todo bicho viviente, porque cuando se vio que algún “josdelagranputa” hiciera esperar a una persona de bien, ya que a la gente decente no se la “podíadarpolculo” de una manera tan indecente. La verdad que semejante animal era muy poco decoroso hablando, y el ser una persona recatada no iba con él.


Un día su padre se fue de vacaciones a una república bananera, y por causas de la edad, pues el tío se cuidaba mucho y no era como el desagradable del hijo, tuvo un ictus y la ambulancia tardó en venir, tanto se demoró que el pobre diablo casi no lo cuenta. Sobrevivió a tal envite de la vida, pero las consecuencias a causa de la tardanza de la ambulancia fueron irreversibles, quedando el pobre hombre inútil de por vida.


Tony Palangana, alias “Sandokan”, no porque fuera el tigre de la Malasia, sino por los gritos que habitualmente pegaba, escopeta en mano quería matar “a todo dios” por lo que habían hecho a su padre, que un hombre mayor tenga que estar tirado en el suelo a la espera de una puta ambulancia. Desde la oficina solamente se podían escuchar cientos, miles de palabrotas que prefiero no mencionar, porque estaba montando el cisco padre, un quilombo del ocho que iba a pasar a la historia de la impertinencia mundial, lo más respetuoso que se podía escuchar era: ¿Qué he hecho yo para merecer esto, que siempre estoy ahí el primero cuando me llaman? Detrás de las paredes de su oficina se pudo oír una misteriosa voz que decía: ”Que espere, y si tiene prisa mañana será otro día. Yo no tengo prisa, salvo que reciba algo a cambio”. 



La república bananera donde el padre del señor Palangana estaba de vacaciones era España, en qué país sino iban a ocurrir semejantes cosas, donde es lo más normal del mundo que una persona entrada en años espere 8 horas para que le trasladen a la residencia sanitaria de su lugar de origen, pero no se permite que se retrase el avión, autobús o tren que desplaza al equipo de fútbol correspondiente, y encima APLAUDIMOS, y tampoco olvidamos que cuando se lesiona la estrella de moda futbolera o deportiva del momento se pierde el culo para que llegue pronto al hospital. Menuda “putamierda” de país que nos ha tocado vivir. ¿Qué vamos a dejar a nuestros hijos…? Supongo que cuando el padre, suegro o primerísimo familiar del mandamás de turno, cacique de la zona que le han asignado a dedo, le ocurra una desgracia (que el gran Elvis que está en los cielos no lo quiera), poseerá, digo bien poseerá, porque ese sí que es el “preciado tesoro” que todos ansiamos, un maravilloso abanico de opciones, entre las cuales no estará esperar, teniendo a “güevo” una caliente cama de hospital con los mejores servicios a su disposición… Alguien da más, pues “ajo y agua”.





P.D. – No me he equivocado con el post. El rockandroll también es denuncia, y yo como buen rockero denuncio lo que me parece injusto y abyecto.


"España está llena de muchos  Judas y de muchos miserables por metro cuadrado, en eso sí que somos de los primeros".




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