We are the Teds.



    El increíble hombre manchas llevaba un rato esperando a uno de sus viejos amigos, apoyado, recostado más bien en el descolorido marco del portal donde vivía, lugar de intercambios, no solo de fluidos, también de trapicheos, y dramas internos que mejor no contar aquí. Apenas eran perceptibles para él los olores a orín y basura que proliferaban en su interior, ya estaba más que acostumbrado, el cuerpo humano suele habituarse con facilidad ante cualquier situación por muy extraña que parezca.

    Ante su tardanza decidió ir en su busca, y eso que tenía que pasar por delante de la zona de los billares, lugar de reyertas, trifulcas de tres al cuarto por los pelanas de turno que se creían importantes, pero que ahora nada eran.


    -Hey verrugoso, la gente como tú tiene prohibido el paso por esta zona-. El hombre manchas no se amilanó. - ¿Habláis conmigo zarrapastrosos?-, dijo esas palabras de forma solemne, mientras cesaba en su ligera cojera izquierda.

    Vas a tener que pagar una multa por utilizar una zona de paso sin permiso. -Yo "mecagoentodostusputosmuertos" mamón de mierda -, contestó. Se envalentonaron un poco más de la cuenta, ya que le vieron algo giboso y retorcido, como los árboles viejos que caen con el menor golpe de aire, no ofreciendo resistencia alguna.

    

    Se equivocaron, vaya si se equivocaron. Cometieron el peor error de sus vidas. Vieron como el hombre manchas contraía su rostro, en su interior una elegante voz penetraba con fuerza incitándole a la acción. Eran las palabras de uno de sus ídolos "El Vez"  que le decía: "Oye mi güey, ¿vas a dejar que estos pendejos, traga jalapeños de mierda te toquen la madre?". No hubo tiempo para mas..., el hombre manchas con sus viejos creepers partió en dos uno de los palos de billar que estaban apoyados a la entrada de "El Judío", sobrenombre con el que era conocida la sala de billares del barrio, y partiéndolo en dos los agarró con ambas manos. -¿Queríais zaraburri?, pues ha llegado el momento de la verdadera zarabanda zarrapastrosos, ahora vais a saber lo que hago yo cuando me dicen que paso por sitios prohibidos -.


    No hubo miramientos, ni compasiones, ni lástimas, tampoco pena alguna. Se aproximaba el momento de las lágrimas, de las penurias para todos aquellos que se creían alguien. El primer golpe, bastante certero partió los piños del bocazas de turno que capitaneaba semejante batahola, el segundo a media vuelta las napias del larguricho Pepón alias el "Largahostias", pero las hostias se las había quedado él.


    El verrugoso hombre manchas disfrutaba con el espectáculo: Antes deba gusto pasar por este lado de la calle, había tíos que metían miedo de verdad, hombres que te sacaban el carnet de identidad a las primeras de cambio, especialistas en el acojone a tiempo completo, no como vosotros "güevones...". El resto de fanfarrones no se atrevían a nada.



    Chuso, su viejo amigo observó la escena a media distancia, y dijo entre descojonado y divertido. - Si necesitas ayuda avísame, recuerda "we, we, we are the Teds", a lo que el hombre manchas respondió irónicamente: "God save the Teds amigo", marchándose calle abajo a celebrar el gran triunfo, no sin antes pedirles un pago por los mandobles dados a los heridos en la trifulca. Tampoco se olvidaron del resto de alabanciosos que debían de soltar voluntariamente un dadivoso dontativo. Iban a compartirlo en una gran fiesta en honor a todos los Teddy Boys & Girls heridos y caídos en actos de batalla. Estos hechos son tan reales como la vida misma, y si estoy mintiendo en tales, que el hombre verrugoso se quede ahora mismo sin sus manchas.





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