El increíble hombre manchas_1



    Apuró el botellín de la Mahou como había hecho con todas las anteriores, hasta el final, disfrutando de las últimas gotas que el gollete pudiera suministrarle, paladeando esos momentos como si fueran únicos, irrepetibles, y que nunca más se pudieran dar.

      Llegó ya entrada la noche al portal donde vivía. Olía a vómitos recientes, a orines pasados que se impregnaron en la pared por siempre jamás, marcas indeseadas imposibles de quitar, que permanecerían ahí para toda la eternidad, convirtiéndose en un vecino más.
     En la pequeña habitación unos pocos enseres, un diminuto armario donde guardaba sus pocas pertenencias, el enorme jergón donde dormía, un anticuado tocadiscos, que aunque parezca mentira funcionaba de puta madre, y finalmente el maletón donde guardaba su colección de discos.

      Al fondo, en lo que antes era una blanca pared, encontramos un gigantesco póster, era “El Vez”, uno de sus cantantes favoritos, que entre cabreado y mosqueado le dice a viva voz: “Eres un auténtico gilipollas, tenías que haberte ligado a la camarera de pechos tatuados. Seguro que esta noche no dormías solo”.

     El increíble hombre manchas se levantó de la cama, con su ligera cojera derecha, y hombro izquierdo caído se encaminó hacia el enorme figurón que pendía de la pared, le dio unas palmadas en sus partes pudendas, y luego riéndose le propinó un sonoro beso en la frente, agregándole las siguientes palabras: “Eso es lo que hubieras hecho tú pedazo de maricón”.
    Unos musicales golpes sonaron en la puerta, que el increíble hombre manchas abrió con delicadeza. La impresionante vecina del quinto cayó extasiada en sus brazos, en donde el increíble hombre manchas la llevó hacia el viejo camastrón para que les arropase en la noche.


   El gigantesco póster de “El Vez”, desde su privilegiada posición solo pudo sonreír, y escupiéndole a la cara, le susurró la siguiente frase: “Tú sí que eres un cabrón, pedazo de maricón”. La noche, la fría noche acabó escondiendo todos sus secretos.


Comentarios

  1. El Vez, ese si que es un macho mi güey, y no ese sacamantecas que se hace llamar el "manchado", ¡toma guacara de poyo!

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