Va de culos - punto y final...
Se gastaron
una pasta en mejorar el aspecto de aquellos conocidos grandes almacenes de
renombrada fama, el resultado fue nefasto. La construcción, que tenía varias
plantas llamaría la atención de la mayoría de la gente con su nueva imagen. Lo
que les pasó fue que esa zona en cuestión, en la que me encontraba en esos
momentos, se convirtió en un solar
triste, la zona cero del edificio, era
la franja de “salir cagando leches”, donde
las personas no querían comprar, ni tan siquiera pasear, era simple y llanamente
un lugar de paso.
Yo me preguntaba por qué demonios
estaba allí, pero ya no había remedio, la mente humana es muy intrincada, tiene
caminos muy ocultos que a veces nos llevan a la deriva por veredas equivocadas,
y yo me encontraba en una de ellas, rodeado de ropa que no me apetecía comprar,
porque me asustaba el tinglado, quiero decir el diseño de la puñetera tienda de
las narices, donde los atavíos no solo me hacían ser más giboso de lo que soy,
sino que también se veía a la legua que destacaba mi presencia paticorta.
El dependiente de la misma, un tío
aburrido por el poco trabajo existente, estaba escondido de forma estratégica
entre un montón de ajuares, observando, espiando al personal mayoritariamente
femenino que por ahí rondaba, discurría más bien. Estaba a la mira, con cien
ojos a esa selva humana que deambulaba por su territorio con una admiración
desmesurada, descompuesto por la perfección que divisada desde su puesto de
observación privilegiado, lejos de la mirada de la gente, por lo menos eso
pensaba.
Le había pillado, miraba a esa
parte tan sutil, delicada tal vez que tanto nos gusta a los hombres, la parte
con más adjetivos tanto calificativos como descalificativos, con más sinónimos
y antónimos, la palabra con más gracejo y donosura, el nombre simpático, frase
llana, campechana y abierta por los menos eso creo, como es el trasero
femenino, asintiendo positiva o negativamente
según su gusto, según las circunstancias de ese santísimo momento, de
ese crucial arrobamiento vivido. Estaba totalmente ensimismado, hasta que
reparó en mí. Si vas a sopesar mi culo lo llevas claro oteador solitario, voy a
darte una “berrida“, que te pongo a
vivir, te hago la carrera del señorito hasta Badajoz, vas a saber todo lo grande
que es Extremadura.
Caricatura: Fuentes Orlando Ramos
Buenas tardes caballero, dijo
enfatizando tremendamente la doble ele, “buenastardesmiseñordependiente”,
le contesté de un tirón. La respuesta fue acojonante, digo acojonante para
poder entizar la jota, pues escribiendo no sé hacerlo. Veo que necesita ayuda:
“Puedo aukxiliarrrle en algo”. Ese aukxilio sonó en mi mente como si un verdugo
de la antigua Inquisición atormentase mi
cuerpo, tirándome fuerte con un instrumento raro de los santos huevos.
-“Mireustémiseñordependiente”, no le he entendido bien, me puede
repetir la pregunta por favor -. Claro que sí señor mío, para eso estoy yo
aquí. Si puedo aukxiliarrrle en algo…., a pesar de hacerme la pregunta el tío
no perdía ripio de los culos que pasaban a nuestro lado, ni siquiera me miraba
a la cara. “ Mireustémiseñordependiente”,
no hace falta que me aukxilie porque no me estoy ahogando, se nadar muy
bien, gracias de todas formas. El tío ya no prestaba atención a mis palabras,
se fijaba en un impresionante culo timbalero que en esos momentos pasaba
graciosamente a su vera, mientras que yo, por si las moscas, salí pies en
polvorosa perdiendo el culo de aquella planta triste llena de trajes, que no
incitaba para nada a la compra, pero si para contemplar los hermosos culos que
por ahí erraban. Una compañera suya avistaba
la situación entre confundida y abrumada, por lo que yo, como buen
caballero, salí prontamente en su ayuda, para sacarla de su confusión: -“Agradable señoradependienta, disculpeusté,
no es que sea maleducado, ni tampoco protestón, pero es que no me importan los
señores culos si me voy a comprar un pantalón”-.
Este copy es del artista Paul Ribera
Recordar algo
muy importante para el resto de vuestras vidas. La parte que nunca envejece de
nuestro cuerpo son los ojos. Siempre verán las cosas tal y como son.
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