Va de culos - parte 2



            Hoy seguiré demostrando mi teoría de que “el culo es el espejo del alma”, a través de una experiencia vivida  días pasados, me explico:

            Un sábado cualquiera, hora punta en un gran centro comercial de esta Asturias nuestra. Como se acerca la temporada de los compromisos ineludibles (BBC), dígase bodas, bautizos y comuniones, salimos de compras para estar más que presentables ante esas situaciones familiares.

        La primera parada es una zapatería, que como diría un antiguo chiste de la época “estaba a rebosar”, unos mirando, otros intentado adquirir protecciones para sus pies, y el resto contemplando la situación, vamos que dicho de otra manera, viendo como estaba ese paisaje al que denominamos panorama. Mientras la parienta mira los repletos expositores llenos de bonitos chapines, mi hija y yo nos dirigimos al fondo de la tienda, donde se encuentra el mostrador con las atentas dependientas, para preguntarlas sobre unos precios, y si tenían los números en cuestión que necesitábamos para nuestros pies. Pronto llamó nuestra atención una madura mujer que se estaba probando unas bonitas botas blancas. Se levantó como si tuviera un resorte sobre sus posaderas, y repentinamente se fue como una posesa a mirarse al espejo. Si suponéis que era para echar un vistazo a sus rutilantes botas, a los hermosos borceguíes que tenía calzados estáis muy equivocados. No hacía otra cosa que pasarse las palmas de las manos una y otra vez sobre su culo para peinárselo.



            Al pasar a su lado comenta.- “Fantástico, es que me queda fantástico. Nunca hasta ahora me había dado cuenta de que lo tuviera tan bien…”, nos observa como queriendo saber nuestra opinión, hacernos partícipes de tan enorme descubrimiento. La respuesta por mi parte es clara, breve y concisa. “Yo tampoco me había dado cuenta de ello, para mí también es la primera vez”. Ella mira agradecida y asiente. La chica que estaba  a su lado, ya que iba acompañada, no cabía en su asombro. -¿A qué te refieres mujer al culo o a tus botas? ¿no ves que estás poniendo en un compromiso al señor?-. Si es que no para de mirarse el culo. Ahora era su acompañante quien me hablaba.



            Intervine, vaya si intervine. No podía perderme tal singular situación y  conversación. Yo creo “mi señoraseñorita o lo que usté sea”, -utilicé mi frase coloquial favorita al no saber cual era su estado civil, no vaya a ser que metiera la pata, y en el fondo también porque soy un clásico, bueno continúo donde lo había dejado.  –“ Mire usté mi señoraseñorita o lo que usté sea”, creo que ese color de botas combina muy bien con su elegante trasero, transformándolo en un objeto de apasionadas miradas de deseo, convirtiéndola en la más feliz de las mortales, donde su pomposo culo destacará sobre los demás miembros de su cuerpo -. Ellas asintieron al unísono y me dieron las gracias, y allí me quedé en compañía de mi hija, dejándome con las ganas de saber si su gratitud era debida a mi sabio consejo como buen entendido en culos, o por los amplios conocimientos sobre calzado español que poseo. En fin, extraño país este en que vivimos.



          Nos quedamos viéndolas partir hacia un destino desconocido para nosotros, iban dándole a la sin hueso y presumiendo, quedándonos con la duda si la presunción era debida por la  compra de sus hermosos escarpines para taparse los pies, o que tenía un hermoso culo que la acompañaba a todas partes. Cuando ya estaban en la lejana lejanía (valga la redundancia), mi hija y yo nos miramos, dejamos atrás todo tipo de conjeturas, para acordemente y no pudiendo dominar nuestra  risa lo hicimos con todas nuestras ganas, en muy sonoros decibelios que llamó la atención de todo el personal, que en esos momentos se encontraba en el local.




Como dije en la entrada anterior palabrita del niño Jesús, (es decir del “Gran Elvis” que está en los cielos), que así han sido las cosas y así las he contado.



SpaniardTeddy Edwardians:  "Siempre hasta el infinito"


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