Pesadilla en la cocina


Pedrito Tenedor pensaba siempre en verde, veía en verde, olía en verde, todo para él era verde, prácticamente solo le faltaba cagar en verde, y eso no era debido a que le gustase beber de una famosa marca de cervezas de color verde, que le picase la curiosidad y quisiera saber que habría tras  “La puerta verde” (famosa canción de los años 50.´s), o que de vez en cuando  visionase en su video Betamax años ochenta la afamada “peli” americana porno “La puerta verde”. El era un tío verde porque trabajaba en una franquicia de comida rápida conocida con el nombre de “Nación Verde”, vamos a llamarlos así.




        Una disparatada franquicia donde la gente se sienta a esperar eternamente a que el maná baje de los cielos, porque lo más habitual que se suele comer allí es un cuarto y mitad de desesperación, junto con un disgusto de tres pares de narices, que acompañado de su plastificado postre, lo mejor de la casa, dejándote ese “placentero” sabor en boca, que te hace explosionar esos mil quinientos centímetros cúbicos de cabreo que uno ya tiene dentro del motor, cogiéndote un enfado impresionante, y montándoles un “pollo del quince” a los impresionados camareros, que te miran anodinamente porque todavía no se han enterado de que va el asunto, y vas tú, arrancándote por bulerías, explicándoles la cuestión en sí, y te acabas bajando a todos los dioses, tanto posibles como imposibles de los infinitos y santos cielos.


          Una de pollo quemado, dos raciones de espaguetis duros bien bañados en salsa de…¿tomate?, unos postres que no sabes si están flejados, barnizados, envueltos en rollos de papel rizado, o en celofán,  buffffffffff, brrrrrrr, hostiasssssss. Magnífico día de fiesta estropeado por Pedrito Tenedor y su pandilla.


         Tras media hora de espera, por fin consigo que me atienda el fenomenal fenómeno de la camarería española, mesero real, corremesas olímpico, abobinable hombre de las nieves,  y se acuerda que no se ha acordado de lo que teníamos que comer, ni de lo que habíamos pedido, su respuesta es impresionante, un alarde de inteligencia y de inverosímil destreza mental, “ye que los camareros toman nota con la libreta, oh. No tamos informatizados, ye normal que la nota quedase por ahí suelta”.  Ante mi sorpresa, se mete en la cocina y… ¡bualá! “Nación Verde” hará que te cagues en todos sus muertos.



      Una mirada a los fogones te lo dice todo. Un “lechuga”, con pinta de cocinero, manoseando una pasta de pizza. Más de diez minutos restregando la perdiz, vuelta tras vuelta, vuelve a voltear, con la mayor desgana del mundo, es más fácil que llegue el fin de los tiempos antes de que este tío termine con su labor. Después de rascarse el bendito culo unas cuantas veces, suspira, vuelve a  suspirar, se dedica a mirar para todas las tías buenas que están comiendo, (los cocineros están a la vista de todos, se puede ver lo que hacen tras esos paneles acristalados tan de moda hoy día, donde los comensales se enteran de lo que sucede en los hornillos en esos momentos), creo que va a morir del esfuerzo realizado, una faena, ¿faena? ¡que va!, es todo un trabajo de artesanía donde ha puesto todas sus… ¿ganas?, te mereces un descuento en el sueldo por todo lo aplicado que eres.



            Sus otros dos acompañantes iden de iden, no hacen ni pajolero caso de las comandas, van a su puñetera bola, de pronto “zafarrancho en el rancho”, botín a bordo, la legión desbandada en busca de bronca, los hunos que protestan porque quieren ser más feos que los nibelungos,  la gente empieza a pagar sus consumiciones y se van, a ellos les importa un “güevo” y parte del otro, con un par de… esto es España, ¡arriba la roja!, ¡viva la independencia pero con dependencia!, para evitar esta gran desbandada se les ocurre la frase del siglo. “Es que nosotros no esperábamos tanta gente”, pero… ¡da igual hombre! Vosotros sentaros y esperar, que no tenéis otra cosa que hacer, nada más que tocaros las narices. “Mecaguenenelputodíaenquenaciste mentecatoloscojones”, te voy arrancar la cabeza de cuajo. Esto no es la primera vez que les ocurre, ni la segunda. Es algo habitual en la “Gran Nación Verde desesperanza, verde desilusión de torpeza”, iros a la mierda, y podéis meteros vuestra comida por donde os quepa, un saludo muy cariñoso tíos. Recordar que os quiero mucho, (entre más lejos mejor) y muchas gracias por encabronarnos a todos, en especial a mí, a este menda lerenda, servidor de todos ustedes, rocker por la gracia de Dios, y ante todo-sobre todo amante amantísimo de mi familia, para un día que estamos juntos llega “Green Nacion” y lo jode. Chicote, esto no lo arregla ni el mismísimo demonio, ya puedes contrariarte, enfadarte, ciscarte en la familia de Pedrito Tenedor de los coj…., cuajarte la sangre en renglones, que no lo solucionas ni a base de hostia limpia. Amigos, cuidado en donde entráis, vuestra pesadilla en la cocina puede estar escondida en cualquier parte. Si quieres te lo digo en otro idioma: "kitchen nightmare terror of the family."







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