El Tío Bert


 

In memoriam: A Sunglasses Rom. - Al más grande Teddy Boy que han  dado los tiempos.

'Sunglasses' Ron - 'King of the Teds' - the greatest modern day ambassador of Rock 'n' Roll and the Teddy Boy Movement.

'Sunglasses' Ron - King of the Teds

    Era el primer día de clase, para lo que son estas tierras y en la fecha en la que nos encontrábamos, unos tímidos rayos de sol se colaban por los grandes ventanales de esa aula cuadrangular, en donde unos cuantos personajes, entre los cuales me incluyo, iban a empezar su segundo curso de remilgado inglés, y poder presumir de hablar algún idioma en el futuro.

    Pero como había sido habitual durante todos mis años de estudios, y prácticamente en la actualidad, que ya estoy bastante crecidito, las miradas se fueron a posar en mí. Cabrones, ya se lo que estáis pensando…, soy carne de cañón, uno se ha creado un personaje y tiene que cargar con el durante toda su vida. Les miré y me descojoné de todos ellos, ¡vosotros sí que sois carne de cañón!



    El problema venía de la que sería nuestra nueva profesora durante un curso que en teoría se nos haría largísimo. La terrible Patricia “Herrero”, la cuarentona mujer de la Isla de Wight, nos enseñaría inglés, si antes no moríamos en el intento, el suspenso, el terrible y fatídico suspenso lo teníamos prácticamente asegurado. El resto de compañeros, si se les puede llamar de alguna manera me miraban, de la forma en que que iba vestido llamaría prontamente la atención de la “Herrero”, y era un firme candidato a que el primer cero patatero iría a parar a mis alforjas. El Chuso ya no estaba a mi lado, años ha de eso, y probablemente los "pasmaos" tendrían razón, como no estaba el grandote, los ojos de la isleña se posarían en mí, en donde todas las iras del infierno quemarían mi piel, retorciéndome hasta el fin del crepúsculo de los dioses.

50s glamour and rock-n-roll    Muy puntual entró Miss. “Herrero”, la mitad de la peña ya se estaba cagando por las patas abajo, se dio media vuelta y… sorpresa, sorpresísima, posando sus pequeños ojos negros en mí, pronunció sorprendida las siguientes palabras en un castellano muy quebroso: “Eres igual que mi Tío Bert”. Los merluzos que me rodeaban empezaron a reírse, y la Herrero contestó – Yo no he dado permiso para reírse, y además no estaba hablando con vosotros, me estaba dirigiendo a él- , callaron al unísono. Ahora el que se reía era yo, la panda estaba acojonada, y como la fiesta va por barrios yo me descojonaba.


    Al tener la lengua inquieta, contesté rápidamente, - espero que mi parecido con su Tío Bert sea para bien, porque si le trae malos recuerdos lamento decirla que no podemos hacer nada por arreglarlo, y ya sabe usted que con los años las virtudes son pocas y los defectos muchos.- El silencio fue sepulcral, pensarían que era un auténtico necio al contestar de tal manera a la larguirucha sobrina del tal Bert-,¡pero de perdidos al río!




    Para nada, contestó ella. Me agrada comprobar que las viejas huestes edwardianas tienen recambio en las nuevas generaciones. ¡Oh! Gran Elvis que estás en los divinos cielos, el viejo sonido del rock and roll late en el corazón de esta bondadosa mujer, - pensé para mis adentros- y no andaba muy mal encaminado, porque gracias a este hombrecillo con cierto parecido al desconocido Tío Bert, la gente y en especial “yo”, conocimos el lado oculto de la luna, la cara más bondadosa y simpática de la “Herrero”, la formal sobrina del revoltoso Ted, que ahora entrado en años sigue en sus cabales, y dentro de un mundo el cual no quiere abandonar, y por tanto, ese grandioso cielo del “rockandroll” puede esperar.




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(The Great British Teddy Boy)

    La señorita morena, larguirucha y de pequeños ojos negros, se largó a dar sus clases a otra ciudad, a otro lugar con los que hacer sufrir a sus penados alumnos, pero nosotros sabemos, que en el fondo, la noble inglesa de la isla de Wight, mostrará de nuevo su lado oculto y la luna volverá a ser maravillosa, sin olvidar que en algún rincón de sus roídas maletas a cuadros guarda los viejos discos de su Tío Bert, nombres de grupos que hasta sería pecado pronunciarlos, por que las pequeñas cosas, las que duran apenas unos instantes permanecen para siempre, e ir saboreándolos poco a poco, entre esos hostiazos que la vida te da de vez en cuando, pero como al Tío Bert experto en renacer continuaremos luchando por la vida, pase lo que pase.

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