Wonderful days


     "Tras unos problemas, digamos que técnicos con el maldito blogger de los infiernos, creo que por fin puedo hacer esta entrada en el blog sin ningún tipo de problemas, pues estoy hasta las mismísimas narices. Un saludo a  todos y espero que disfrutéis del mismo".

 
Wonderful days (short introduction)

     El pabellón estaba repleto, a rebosar, no es que estuviéramos viendo un gran acontecimiento deportivo, ¡que va! Estábamos admirando a nuestras pequeñas nenas en una competición de gimnasia rítmica., aunque la verdad sea dicha, éramos una inmensa minoría disfrutando con lo que tanto esfuerzo y horas de entreno les costaba a las chicas.


     Entonces, justo en la otra esquina lo vi, nos vimos, prácticamente nos presentimos, y terminamos fundiéndonos en un fuerte abrazo, recordando aquellos maravillosos años, en nuestro barrio de toda la vida donde nos conocimos, nos enamoramos del rock and roll y donde las montamos cojonudas. Ahora estamos creciditos, pero seguimos pensado que “nadie toca los güevos al R´. N´. R´.”, y nos acordamos de aquella que…


     ¡Hey tíos! En el barrio… hay un elemento que dice que todos los rockers somos unos verdaderos “hijos de puta”, tiene un negociete en la calle “tal”. – Pues “mecagüen susputosmuertos”- dijo el Pastrana (los nombres son inventados), vamos para allá y le vamos a fundir la cara, pero nada de llevar material, ya sabéis, ni navajas, ni palos, ni mierdas de esas clases, - esto lo vamos a resolver a hostia limpia-.

     Nos plantamos los cinco endemoniados del rocking rolling delante de la tienda del guaperas de palo, porque el pijomierda en cuestión tenía una tienda o eso parecía que era, para recordarle eso de “…hijos de puta”, pero el pelanas de las narices algo se temía y había llamado a toda la santa calamidad de gentuza que tenía por amigos, por tanto no había más remedio que resolver la cuestión de honor dejando nuestra Navy Jack (la bandera sudista) en lo más alto del mástil, y "arremangaos" fuimos a por todos los mierdecillas a “hostia limpia”. Se estaba montando un quilombo del siete, cuando la cuestión de honor entre los rockers y los pelanas del pijo pasó a ser una cuestión entre barrios, eso que estábamos situados en la otra punta de la ciudad.




     Resultó algo histórico, como casi todas las que armábamos los rockers de La Calzada, porque ese era nuestro barrio. Cuando la cosa empezaba a decantarse del lado de la mayoría, -ellos iban con navajas y bates de béisbol, mientras que nosotros utilizábamos nuestros puños desnudos- , como mandan los cánones cuando tienes que meterte de “cueras” con un fulano, detrás nuestro apareció el colgao del Hare Krisna con un hacha, diciendo a grito pelao: - Ahora vamos a utilizar el arrancacabezas y nos vamos a divertir-, el Pachu con una llave inglesa más grande que el Titánic, Metralla el más Heavy del barrio con toda su tribu, y nuestros enemigos nº1 del Instituto, del Feijoo, Modesto y sus mods, para pinflarse de hostias a nuestro lado. Líos a parte, el barrio siempre era el barrio, lo primero de todo La Calzada y después La Calzada, nuestras diferencias o divergencias las resolveríamos después en otro momento, cuando la ocasión lo requiera.


    

     El tinglado fue a mayores, como era de suponer. A Pastrana le clavaron un destornillador en la espalda, y el Metralla que había mangado un florero de no se donde, se lo estampó al amigo de la herramienta mecánica en la cabeza por perro, cobarde y traidor. Modestín y sus coleguillas ocupando la tienda del pijomierda y coreando quien era el manguta valiente que los sacaba de allí. El Hare Krisna detrás de la municipala, amenazándolos con el hacha, mientras ponían pies en polvorosa…  



     Acompañé al Pastrana, junto con el hombre florero (el del tartarazo en la cabeza) a urgencias. Pastri aguantaba como un “paisano” lo suyo, mientras que el mierdajas no hacía más que lloriquear por cada cristal que le quitaban de la cabeza. – Que te calles so maricón, que te voy a desmangar la poca cabeza que te queda, “jolagranputa”- y acto seguido le esmoñica la batea que tenía la enfermera sobre la mesa encima de la cabeza del pijomocos, para bajarle el vacilón en un santiamén. 

     


     Total que nuevamente montada, la enfermera dango gritos histérica perdida, llamando a la legión extranjera, a la guardia civil, a los Coes y que éramos unos macarras de mierda, el descabezado con un pie en el otro mundo, el Pastrana por un lado liándose conmigo a mamporros pues tenía agarrado al borricón del segurata y no lo soltaba ni a la de tres, mientras yo pedía paz, armonía, concordia y milongazas de esas, mientras el resto de la peña me llamaban maricón y apalominado… el Hare Krisna en comisaría… pobres polis.




     Cuando se apagaron los ecos del fregao, nos corrimos todos una grandísima juerga, que también fue de aupa, ¿que cómo terminó? que más da, pero os lo podéis imaginar. Los cinco endemoniados del rocking rolling ya somos historia y parte de la historia, pero nuestras nenas aún tienen un largo camino por recorrer, y esas por nuestra parte si que harán historia.


    

Espero que nadie se sienta ofendido por esta entrada en el blog, solo he querido recordar viejos tiempos, y tener en cuenta que... siempre me gusta trastocar un poquito las historias para hacer irreal la realidad, pues al final los acontecimientos son como verdaderamente uno los quiera ver, y en el fondo todos tenemos nuestra parte de verdad.

"Ritarbeyu, el pequeño guisante"






Comentarios

Entradas populares de este blog

Va de culos - parte 2

Va de culos - parte 3

Johnny Duncan: Skiffle

Dick Dale: El rey de la guitarra surfera