El R-4


 Cortesía de gomotors.


Agazapados en una esquina habíamos visto toda la maniobra ejecutada por el “boborilo” de Josín el del “Rincón”, presumía de su flamante R-4, que le prestaba su padre para el sábado por la noche, pero a parte de ser un nenazas presumido, era un pésimo conductor, por lo que al dar marcha atrás para aparcar, se carga el piloto trasero derecho de la “mierda coche” que llevaba.

Tanto boxeo, tanto kárate, tanta hostia, para salir llorando como una “magdalena”, diciendo que su padre le iba a “emborricar a hostias” cuando se enterase, porque el padre era burro, pero burro, burro de cojones, así salió el tonto del hijo. Cuando la necesidad apremia uno le da a la chola y piensa. Piensa alguna idea bastante buena, pero ahí estábamos nosotros para jodersela.

Con los tres tontomemos que le acompañaban sacó la caja de herramientas del R-4 “amarillo macarrón”, agarrando un buen destornillador, visionaron a lo largo y ancho del parking, hasta que encontraron un blanco R-4, más limpio que el contenido de una caja de detergente. Les leímos el pensamiento, pero que “hijos de …”, ni cortos, ni perezosos, destornillador en mano, cambiaron un piloto por otro. En la noche se oía el vozarrón del Josito:- Encaja de puta madre, tíos-. Mirando a los colegas les dije, - eso de que encaja de puta madre lo voy a decidir yo-, ante el carcajeo de todos, - nunca más te vas a reír del R-8 de mi padre, te vas a comer la puta mierda de coche ese-.



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Como aprendemos por imitación y observación, hicimos lo mismo, volvimos a maquear el R-4 color blanco detergente, de una buena patada le descojonamos el otro piloto, para posteriormente, también destornillador en mano le desenroscamos todo cuanto era desenroscable, y desenganchar todo lo desenganchable, ahora si que te iban a “emborricar a hostias”, pero de verdad. Nos quedamos en el tugurio más cercano para descojonarnos en la lejanía del Josín, cuando viera lo que habíamos hecho con su R-4 amarillo macarrón.

La vida es una metáfora, y la del Josín no iba a ser menos, en el se cumplía plenamente la metáfora de la vida. Llegó dando tumbos acompañado de su panda de memos, todos a trompicones, pues a quien “a destornillador mata a destornillador muere”, le encantaba ponerse hasta el culo de destornilladores los fines de semana, y eso sería su perdición.
  




Tenía tal mierda que ni se enteró del lamentable estado del coche hasta que se encontró con las sirenas de la municipala gijonesa. -¡Toma R-4 so maricón!- Un gran sábado multa de la municipala, denuncia del propietario del R-4 blanco detergente, (que los había visto hurgar en su pulcro coche), las correspondientes hostias paternas, el descojone general de la gente del barrio, y un par de semanas más tarde otra “tunda hostias” por parte del dueño del R-4, una “mala bestia de la virgen”, que nos invitó a unas rondas cuando le chivamos donde vivía el Josín de los cojones.




"Cervezas, chicas y rockabilly"

Nunca más se volvió a descojonar del magnífico R-8 granate de mi padre, un coche de verdad, no como los mierdas que se ven ahora. El Josín siguió dándole al destornillador y al pegamento, acabó loco perdido, veía hormigas por todas partes, agarró un día un subidón y jamás bajó de el. Era como el flautista de Hamelin, en vez de llevar niños tras de sí, el iba acompañado de sus inseparables hormigas.


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Con esto no me estoy riendo del pobre Josín, ni de la putadísima que le armamos a su R-4. Solo recordar un poco aquellos tiempos, y que nos sean algo ejemplificantes, recordar aquellos maravillosos años, donde muchas veces aprendíamos a base de hostias, porque aunque aquella noche se la armé a Josín, otras veces me las armaba a mí, pero en el fondo todos nos queríamos y no podríamos vivir mucho tiempo separados, ya que cuando nos juntábamos todos para hacer una…. ¡Las montábamos pero cojonudas de verdad!


"Mi barrio lugar de peleas, tu territorio y una gran cruzada por delante”

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