"The Rings of Fire"

          



             No era un día cualquiera, era un día normal. La casa olía a café recién hecho y a los ruidos típicos de los quehaceres matutinos. Para Kimo Kolonien la vida era tan solo historias. Unos creaban música, otros sueños, algunos verdades, bastantes otros mentiras, los más quijotescos calamidades, pero a él le gustaba crearse sus propias historias y vivirlas, ya que las canciones le resultaban bastante efímeras para que durasen todo un fin de semana.
           


            El giradiscos echaba fuego por todos los surcos, pues lo clásicos, los grandes clásicos no dejaban de sonar, y tras tres tazas de café bien cargado con el Chuck Berry de fondo, más unas tostadas al son de la trompeta mariachi del Johnny Cash, haciendo unos maravillosos coros bien berreados con el “Rings of Fire”, el carrozón del finés dio por empezado sus días de particular fiesta semanal, ya que unos “anillos de fuego” le envolverían en su rocking rolling hasta ahogarle en el mayor de los éxtasis.




         Pero había conocido a Morron, le gustaba la hostía esa escocesa, no es que estuviera muy potente, pero brincaba en la pista de baile como nadie, pero la pecosa y larguirucha Morron, con sus miles de ensortijados rizos sobre su cabeza hizo llamar la atención de Kimo, que además le importaba un pepino que la nena en cuestión pasase del 1,90 de estatura, ya que ninguno de los dos tenía complejo alguno


            La escocesa, la nueva novia del finés, tenía otro tipo de aficiones aparte del rock and roll, como era la literatura oscura, una magnífica afición con el guisky (muy compartida con el Kimo), y lo más extraordinario de todo inventarse historias sobre extraños seres que buscan placeres en los portales vecinos, y ser la protagonista de esas peliculas en B/N que tanto la apasionaban, por lo tanto, estos dos, estaban hechos el uno para el otro, dos verdaderos “cuentistas” en el buen sentido de la palabra.

         A Morron le habían puesto la cabeza como un bombo, su madre deseaba que se echase un novio elegante (pero Kimo era barrigón), su padre un tío con futuro (pero Kimo apretaba tuercas como nadie), la abuela que pariese cada dos por tres (pero lo de ellos era vivir la vida, sin compromisos), el tarambainas de su hermano… mejor no hablar, y ella, ella deseaba ser libre, pero libre a su manera claro

            Así que estos “Rings of Fire” habían pillado a estos rockandrolescos, al carrozón del finés y a la larguirucha escocesa, un verdadero espectáculo en la pista de baile, la patilarga danzado de arriba-abajo junto a la barriga de Kimo, que tomaba cualquier dirección al ritmo de la música del momento, y fuera… ya que el contenedor del reciclaje de vidrio siempre esperaba en la calle, pues la magnífica relación de los dos con el guisky provocaba cierta inestabilidad, tanto en la cabeza como en el bolsillo.



         El domingo por la mañana está la grandísima suerte de que no suena el despertador, pero la trompeta mariachi de “Rings of Fire” retumba en mi cabeza de cojones, le voy a meter la trompeta por los mismísimos colodrillos, y el vecino de arriba tiene un estruendo de narices en su casa, seguramente será la zanquilarga de la Morron revoloteando por el pasillo. Anoche tuve que pinflarle la cara al membrillo de su hermano, y cuando despierte tendrá bronca segura..

         A la hora del mediodía es fácil encontrarse a estos dos por la calle, muy amarraditos susurrándose al oído, pero no palabras de amor, más bien historias, historias que vivir e inventar.




Cortesía de los colegas de Luton
Est End Mark
(Save the King of the Teds)

“Una historia de amor muy particular”

13 Abril 2.013

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