The green door


The green door

         No me refiero con esto a la famosa “peli”porno americana de los años 70.´s, si no más bien a nuestros miedos, miserias, obsesiones, verdades o mentiras, incluídos los sueños que jamás vamos a conseguir, pero que normalmente solemos esconder tras la denominada “puerta verde”, aunque también puede ser cualquier cosa que os venga en gana…

 

Jim Lowe - The gree door 1.956

La puerta verde

Otra noche mas que no duermo. 
Otra noche mas que se pierde. 
¿Que habrá tras esa puerta verde?
Suena alegremente un piano viejo 
tras la puerta verde. 


Todos ríen y no se que pasa 
tras la puerta verde.
No descansaré hasta saber que hay 
tras la puerta verde.

Toqué, y cuando contestaron 
dije ¡Ah! que a mí me llamaron. 
Risas, y enseguida me echaron.

Sólo pude ver que mucha gente allí se divertía, 
y entre tanto humo todo allí se confundía. 
Yo quisiera estar al otro lado de la puerta verde.

Otra noche mas que no duermo. 
Otra noche mas que se pierde. 
¿Que habrá tras esa puerta verde? 
¿Que habrá tras esa puerta verde? 
¿Que habrá? 
(The green door), Llopis / J. Lone & The high five


Tennessee - "Tocata"  1.986

          Bajó las escaleras a toda velocidad, mientras a su espalda escuchaba los gritos de su madre, que no cesaba de machacarle los oídos. Le importaba un bledo todo ese tipo de monsergas, y que no fuera mayor de edad para ir donde le diera la gana, que el “viejo” trabajase los sábados en el turno de noche para ganar más “pasta”, pero el no era idiota, prefería “cascarla todo el día”, y más aún siendo sábado noche. Hoy era el día indicado para poder atravesar por fin la tal ansiada “puerta verde”.



El "dibu" es una cesión de Derek Guy

          ¡Coño! Agachó la cabeza, las zapatillas de su madre pasaron rozándole el tupé, se trompicó en los escalones de la vieja casa, y, sus rodillas se esmoñicaron contra un gran tiesto lleno de hortensias, que su madre, mimaba con mucho esmero. – Host…, bramó, ¡que daño - . Las hortensias de su madre casi eran más importantes que el hecho de escaparse de casa, pero la obsesión por traspasar aquella maldita puerta le tenía embebido el cerebro.

          En la esquina, junto a la destartalada sala de los futbolines, le esperaban sus colegas Machi y el “Caraja”. Esa noche, la gran noche, los tres amigos pasarían de los rituales nocturnos del fin de semana, como apagar las luces de la ciudad a base de pedradas, mear en el escaparate de la mercería del barrio porque están cansados de la cotilla de Pili, ir a cantar a la ventana de Carolina el “In the still of the night” en plan canalla, para luego llamarla guarrindonga, por el simple hecho de que está muy buena y no les hace ni puto caso…


Fred Parris & The Five Satins
The Still of the Night

          Con decisión se dirigieron hacia una de las empinadas cuestas que surcaban el puerto, en uno de los callejones del frío empedrado, se encontraba el camino hacia el sacrosanto lugar que habían decidido traspasar, querían iniciar su gran incursión nocturna, su ansiado momento sicalíptico. Al final de la empinada callejuela, se situaba una enorme plazuela, con desvencijados soportales, pero uno de ellos les llamaba fuertemente la atención. El color verde de la iluminada puerta les cegaba, como hipnotizados se sintieron más atraídos que nunca hacia ella, y más aún cuando de fondo se escuchaba el "Some Like It Hot de los Flyng Saucers (¡que grande ese Sandy Ford!), parecía que estaban en el mismísimo Northaptom (U.K.)



Fiestorro rocking-rollero
Northaptom (U.K) - 2.009

          Llenándose de valor, y resoplando por el esfuerzo, se acercaron y, cuando iban abrir aquella puerta de roble macizo, les abordó de golpe y porrazo un pinteja, un mal encarado portero con un carácter peor que el “malabestia” del “Caraja”, y cuando parecía que todo estaba conseguido, que la punta de sus creepers traspasarían el umbral de la puerta, el aguileño elemento les hecha con cajas destempladas, o dicho de otra forma, “con un par de patadas en el culo y el rabo entre las piernas”.

          - “Me cagüen tus santos muertos, jo la granputa”- ,gritó el Caraja, al narigudo segurata, que se descojonaba en la distancia mientras se marchaban callejón abajo, clamando venganza por la humillación recibida.

          Como todo en la vida, hay muchas cosas que no podemos conseguir ni satisfacer, ni encontrar aunque nos lo propongamos, y otras nos vienen cuando menos lo esperamos. Creemos que podemos abrir y cerrar la puerta a nuestro antojo, pero es la vida, el destino o ese cabroncete de “Jano”, el dios romano de las puertas, que nos hace una mala jugada de vez en cuando.

          Los protagonistas de nuestra historia lo consiguieron a su manera: el “fugao” de casa pudo conseguir los favores de la buenísima Carolina, y poder esperarla todas las noches en el portal. El “Caraja” su ansiada venganza una gran pelea, meterse de hostiazos con el desconsiderado segurata y desgraciarle más aún su nariz ganchuda, mientras que el Machi, algo más tranquilo en sus hábitos, perderse en viejas tiendas de vinilos y tener un sus manos una joya para la “Perla del Cantábrico”, a Muddy Waters y su conocidísimo – “Hoochie Coochie Man-


El gran Muddy Waters - Newport 1.960

           A pesar de lo empinado del camino la puerta verde puede abrirse o cerrarse en cualquier momento. ¿Llamamos o esperamos?

         

Comentarios

Entradas populares de este blog

Va de culos - parte 2

Va de culos - parte 3

Johnny Duncan: Skiffle

Dick Dale: El rey de la guitarra surfera